jueves, 5 de marzo de 2015

Agua y aire

Te diluyes como el agua entre los dedos, como un gato negro en la madrugada. Te acercas despacio, sin hacer ruido y sobresaltas. Esperas el momento adecuado para emerger, para hacerte notar sin avisar. No te delatan los tus pasos, no se oye el latido hasta que estás tan cerca que retumban como millones de tambores a la vez. Se acelera el pulso, tiemblan las piernas, y la voz se quiebra sin querer. Se te puede sostener la mirada, esa mirada casi líquida a punto de estallar como la ola en la orilla de la playa.


Miras, y de soslayo el entorno queriendo controlarlo todo, pero no puedes, no puedes porque no eres más que una idea difusa que se funde en la mente. Una imagen lejana, un rostro impreciso, una historia no contada. Eres como el aire y te cuelas por las rendijas del alma. Pero como aire te escapas y dejas atrás el dióxido de carbono que envenena, que mata…

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