domingo, 29 de marzo de 2015

Amores de chat

Sin trabajo estable, sin hijos, llevaba casi tres años de casado, sin futuro, desanimado… conoció una chica por Internet y se enamoró como un loco. Lo dejó todo, se marchó y emigró en pos de su nuevo sueño… encontró trabajo, se estableció. De vez en cuando recordaba a su ex mujer, allá en España… cómo debió pasarlo cuando se fue.
La quiso, pero la desidia y el aburrimiento de estar en casa hicieron que encontrara a este otro amor. Pero un día se dijo por qué no crear un perfil falso y probar la aventura de encontrar a alguien más. Y el teclado le llevó a España de nuevo, conoció a una joven que le contó su historia y era tan parecida a la que él mismo propició. Se hicieron amigos… pero de aquella falsa identidad fue surgiendo una chispa y cuando se dio cuenta volvió a estar enamorado. Pensó que debía volver a casa, conocer a aquella mujer… conquistarla y por qué no sentar la cabeza, tener hijos, crear un futuro juntos.

Cuando se lo planteó ella le pidió una foto y él no quiso, ni siquiera la conocía,  se enamoró sin verla y prefirió mantener esa incógnita. Regresó a su patria y cuando llegó el momento de conocerla le mandó un mensaje y le confesó que no era quien decía ser… sí en esencia, pero era otra persona. Y ella se echó a reír y le dijo que había hecho lo mismo, que no era su nombre verdadero. Aun así se arriesgaron y quisieron verse. Al llegar a la cita se encontró una mujer sentada de espaldas a la puerta del bar donde quedaron. Iba vestida como le dijo, era una cita a ciegas y ella quería guardar la sorpresa hasta el último instante. Se acercó nervioso, y apenas le salió un hilo de voz cuando dijo “Hola, ¿Magnolia?”… ella giró la vista y sonrió… “Hola Alfredo”… él casi se desmaya al verla… se sentó tembloroso y ella con su sonrisa de lado a lado le explicó: “Siempre supe quien eras… me enamoré hace años de ti y sabía que tarde o temprano volverías”.

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