Podrá la furia del viento y el agua erosionar la piedra. Pero tú jamás me verás caer.
Podrá el mar recuperar lo que se le ha robado poco a poco. Pero tú jamás me verás caer.
Tu alma se quedará sola en su guarida, de vez en cuando pugnará por salir pero tarde o temprano se resignará a esa soledad sin compartir. Pero tú jamás me verás caer.
Sabes que han caído lágrimas, que el pensamiento herido se ha resignado a callar. Pero tú jamás me verás caer.
Aquellas sonrisas robadas al viento, a la madrugada, a las estaciones… los secretos compartidos… los silencios. Pero tú jamás me verás caer.
Los dónde estarás o qué haces… los holas cómo vas… como olas al viento se irán e irán amainando en el cerebro hasta que por fin queden en diminutas gotas de agua que el sol terminará por secar… Pero tú jamás me verás caer
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| Foto cedida por Carmen Moreno Guedes, Tenerife |

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