miércoles, 15 de abril de 2015

Otro trago

Man at the bar. Óleo de Fabián Pérez

Le pidió al camarero que dejara la botella después de pedir la segunda copa. Necesitaba que el vino abriera sus arterias, que la sangre fluyera y bombeara fuerte el corazón. Tenía que escribir, siempre lo hacía a la misma hora desde hacía muchos años, era necesidad perentoria. El amargor característico que dejan los taninos del vino, se iba concentrando en su paladar. El mundo seguía su ritmo, el bullicio del sábado en el bar. La gente reía y gritaba a sus espaldas mientras él concentrado en sus letras emborronaba el cuaderno. Dejaba la mirada perdida y se maldijo por no haber cargado la pluma. No salía nada coherente, sólo letras sin sentido, no encontraba las palabras… Triste, envejecido en el transcurso de unas horas. Con esa imagen de poeta desaliñado, los ojos enrojecidos por el efecto del alcohol y las ganas de llorar. Tenía que despedirla no importaba cómo, no importaba qué grafismos usar: la y que le gusta tanto, la u, porque dice que no es una vocal cerrada como la o del adiós, del ciao, del au revoir…

¿Cómo usar los puntos suspensivos, los acentos o las comas, dónde poner comillas, o signos de interrogación?... sólo le salían los de admiración, la exclamación ¡Quédate conmigo!, la repitió y repitió hasta gastar la tinta, hasta llenar varias hojas en blanco… entonces pidió otra botella de vino. Pagó la cuenta, dejó el cuaderno en la barra del bar. Salió a la calle cuando casi empezaba a amanecer, caían unas pocas gotas de lluvia. Le bastó otro trago para echarse a llorar.

4 comentarios:

  1. Siempre otro sorbo de amor... Julian Carranza gracias.

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  2. q clase d vino tomaba el escritor, parece q no le importo mucho la calidad d aquella bebida milenaria

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  3. William acabo de leer tu comentario, perdóname... no necesariamente tenía que ser vino de mala calidad, era un rioja, seguro.

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