lunes, 20 de marzo de 2017

Cigarros

Siempre hablo con la perra como si me entendiera todo, y es que en el fondo estoy segura de que así es, que entiende mejor que algunas personas. Le encantan las galletas de jengibre, pero no me queda ninguna la verdad y creo que no es tonta cuando le dije que si se estaba quietita y se dejaba cortar las pezuñas le daría una al llegar a casa.

Mientras la peluquera canina usaba con destreza las tijeras de perro me quedé ensimismada viendo al veterinario fuera fumando en la calle. Hoy día todo el mundo sale a la calle a fumar. Y no sé por qué recordé cuando yo lo hacía. Fumaba en todas partes, hasta en el pabellón de baloncesto cuando iba a ver jugar al Madrid, primero en la cancha de Concha Espina y más tarde en Goya.

¿Por qué recordé? esto no lo sé... a veces una une visiones a recuerdos y los míos ahora se remontaban a aquel primer año de Facultad... Ana olvidó un zapato morado en casa del chico del que se enamoró. Me pidió subir a casa descalza y esperar que él lo trajera, no podía volver descalza a su casa. Aunque ahora recuerdo que no fue un zapato, fue el bolso. Salió corriendo y sin dinero cuando la madre de Alberto los sorprendió... ella sólo fue a ayudarle a hacer la cama y una cosa llevó a la otra... nos fumamos medio paquete de Fortuna esperando que él viniera... se habían acabado mis Camel que llevaba desde aquí en cada viaje. 

Hace años que no fumo y cuando veo a la gente salir a fumar mi mente se dispersa entre volutas... y mi chica ya está terminada de arreglar. Compraré otra lata de galletas de vuelta a casa.

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