miércoles, 3 de junio de 2015

Como el barco a la mar

El deseo recorre la espina dorsal, se posa en el pecho y enciende todas las alarmas conocidas. Sé que nos deseamos por igual, a veces me hago la dura y te torturo hasta que veo que no puedes más, y me rindo a tu juego amoroso en erótico cortejo. Un dedo en mi espalda, un beso en la comisura de la boca, una suave mordida por aquí, una torta en la nalga por allá… Nuestros cuerpos se juntan y buscan sus propios espacios y ansiosos dibujan espasmos de placer que vienen y van entre olas infinitas. Con los ojos cerrados y las manos abiertas entra el alma en cuerpo ajeno y desde el frenesí lujurioso se hace un cuerpo a la deriva, como el barco a la mar.

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