martes, 11 de agosto de 2015

La isla

Cada barco que pasa va cargado de vidas que se trasladan de un lugar a otro por varios motivos... A veces me quedo ensimismada e imagino esos motivos y recuerdo los míos cuando hace poco más de un año viajaba ligera de equipaje, enchufada a mis cascos y manteniéndome firme en mi asiento para marear lo menos posible. ¿Cuántos viajes hice entre Gran Canaria y Tenerife y viceversa?... no lo sé...pero al menos uno, fue por placer y lo disfrutamos. Ahora miro el mar y cuando veo alguno en lontananza... me pongo melancólica... y me entra la vena romántica e imagino esas parejas que se esperan a uno y otro lado; las familias que pasan meses sin verse; las abuelas que sueñan llenar la casa de gritos infantiles; de esos turistas que llegan cargados de ilusiones e incluso de esos jóvenes que salen por primera vez en pareja o pandilla y van con el cuerpo hecho un flan... Da para mucho mirar el mar y ver un barco pasar... otro día miraré el cielo, porque viviendo en una isla son las únicas formas de viajar.

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