jueves, 1 de septiembre de 2016

"Me han roto el mundo, me han roto el mundo"

De pequeña nunca me dejaban quedarme fuera de casa, mi asma era tan agresivo que mis padres siempre estaban controlándome. Mis hermanos mayores iban alguna vez a Firgas y se quedaban en casa de una prima de mi madre. Yo sólo podía ir de visita y ese día me perdí la aventura que cada vez que me la recuerdan... mi hermano tendría unos 10 años y él y otro de nuestros primos, algo mayor, eran los únicos que podían bajar a buscar huevos. Las gallinas estaban sueltas en una especie de plaza de toros, o a mí me lo parecía... era un gran círculo profundo y con una escalera de piedra hecha en uno de sus costados. Ellos bajaban y prudentes con el gallo, recogían los huevos. Además las gallinas tenían un ponedero para incubar polluelos. Era todo tan rústico, y ese olor característico que se unía al de las cabras... ¡ay las cabras! Cómo me gustaba ayudarla a hacer queso, bueno ayudarla... nosotros con las diminutas manos y tan torpes... jugábamos con la tierra y hacíamos quesos de barro, jaja... el caso es que mi hermano tropezó en las escaleras y cayó al fondo rompiéndose una pierna. Lo más cerca que había era un veterinario que lo exploró diagnosticando la fractura. Había que llevarlo a Las Palmas de Gran Canaria y que lo atendieran en el hospital. No dejaba de llorar y Maruca no esperó por mis padres, el propio veterinario se ofreció llevarlo... le inmovilizó el pie como a la pata de una cabra y todos se reían nerviosos menos él...
Mientras la pobre Maruca preparaba todo para salir de expedición con mis hermanos y el primo José Alberto, estos se pusieron a jugar con la bola del mundo que tenía el veterinario... rodaban y decían dónde iban a ir señalando con los ojos cerrados... dieron tan fuerte que la bola salió volando por la ventana y el pobre hombre gritaba, " me han roto el mundo, me han roto el mundo" y todos, hasta mi hermano con su compungido llanto, se echaron a reír a carcajada limpia... esa anécdota me persiguió por años, aún hoy casi 40 años después nos reímos y yo no dejo de maldecir a mi maldito asma.©

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