lunes, 17 de abril de 2017

Algodones de azúcar

¡Enfermero y vestido de machango!, dijo Natalia casi a la vez del desmayo.
Miró al joven que estaba sentado junto a ella en el que parecía un bóxer de urgencias de un hospital cualquiera. Él le sonrió y fue en busca de algún sanitario que pasara cerca. Entonces empezó a recordar: Echó a correr detrás del señor de los algodones. Siempre me gustaron los algodones de azúcar y ahora eran de colores, cuando era niña eran sólo blancos, ahora hay rosas, azules, amarillos… Sin querer tropecé con el enchufe de aquel equipo portátil que llevaba el pobre hombre, ese que una ve en todas las ferias de la ciudad y algunos pueblos en verano. Para colmo al caer arrastré conmigo a un joven que traía una maqueta de Notre Dame en sus manos. No sabía dónde meterme, ni a quién pedir disculpas primero… recuerdo que se acercó una persona disfrazada de algo extraño, de esas que representan a una marca de ambrosías local y que regala chocolatinas a los niños y niñas que pasean por el parque. Me ayudó a levantarme porque entre el estrépito y la vergüenza no fui consciente que me había hecho un buen corte en el brazo izquierdo. Salía bastante sangre, la persona disfrazada se quitó parte de su vestuario para poder manipularme y me explicó que era enfermero.
Ahora entendía todo. El joven regresó con un médico y le explicaron lo sucedido. Ella pidió disculpas al chico, que se llamaba Ramón por el destrozo de la maqueta. Ramón le contó que fue trending topic en las redes sociales y se echaron a reír… así fue como el azar le regaló al amor de su vida y una cicatriz en el antebrazo.©

No hay comentarios:

Publicar un comentario