martes, 15 de mayo de 2018

Cotidianeidad



Leía en la prensa del día algo sobre la recesión. La economía nunca fue su fuerte, pero entendía que cada vez la cosa iba a peor. Su hija jugaba con cromos de científicas, aquellas que han logrado lo más alto del campo en el que se mueven y que ella misma admira.
Sin querer el pequeño que empieza a hacer peninos (como decía su octogenaria tía cuando los peques empezaban a caminar) tiró el tetrabick de zumo que acababa de beberse. Se echó a llorar al tropezar con la alfombra. Su hermana en un acto instintivo se movió a socorrerle. Mientras sus estampas volaban por encima del zumo pensó que aquella candidez que hoy les embargaba se perdería en poco tiempo. La economía decrece, el índice de mortalidad también, pero no crece la tasa de natalidad. Eso sí que es un grave problema. Pronto serán todos viejos y no habrá nadie para cuidarlos. De qué vale la lucha de las científicas por mejorar la calidad de vida. De qué vale que ella eduque sola a dos hijos en igualdad, si no hay recursos para que crezcan. También leía, tristemente en el periódico del día, como una madre y tres hijos se quitaron la vida por un desahucio injusto que les dejó en la más absoluta agonía. Miró a sus hijos con una lágrima furtiva y se preguntó si su salario de mañana limpiando habitaciones de hotel, si el trabajo en casa montando piezas de termo le daría para sobrevivir a la tremenda caída que anunciaba la prensa, y desgraciadamente, no la del día. Se pintó de noticias y tragó bilis, debería empezar a hacer la comida... 

Para el Club de los retos de Dácil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario