miércoles, 16 de enero de 2013

Álvaro


Es triste ahora acordarse de tanta gente que pasó por mi vida y que quizá nunca vuelva a ver. Sin embargo Álvaro sigue siendo mi duende, como yo le llamo, a él me unen lazos invisibles que superan todas las barreras. Álvaro es esa persona de la que estaría horas hablando o contando anécdotas. No terminó la carrera, pero la vida le sonríe, la empresa familiar y los bienes se han ido incrementando con los años y no tendrá jamás problemas económicos, vive como quiere, juega al golf, al mus, al ajedrez y al baloncesto siempre que puede, aunque el golf se ha convertido en el pasatiempo actual favorito, también toca el piano. 
Muchos le tildan de “pijo, de señorito”. Y qué si lo es. Todos somos en potencia lo que él es, aunque supongo que no del todo, porque tener dinero no te da la clase que él tiene, ni su estilo. Es una persona tierna, es la ternura de mi vida. Si a él tuviera que describirle sería con esa característica. Su cariño es tan fuerte, sus palabras, sus gestos, sus abrazos... es un osito amoroso al que quiero a rabiar. También se  casó unos días después que yo, el mismo mes y año y mientras él voló a Gran Canaria, yo hice lo propio, tras mi luna de miel por Europa con mi recién estrenado marido, a Madrid. Elisa era una chica fantástica, guapísima y tan inteligente como para saber llevárselo al huerto, porque muchas otras lo intentaron y no tuvieron esa suerte… pero aunque su inteligencia acechaba sobre su hombro para recordarle cuál era el rumbo de su vida cuando zozobraba… no pudo con él y terminaron divorciándose años más tarde. Fue un divorcio duro, como todos lo son, intenté mediar entre ellos cuando se separaron, pero ya había grietas tan profundas que era imposible sortearlas. A ella le perdí la pista, aunque Álvaro la ve alguna vez y me cuenta de ella.
De Álvaro podría contar que el día que cumplía 22 años me llevó una tarta de yema tostada y me dijo “es del color de tus ojos” , esa misma noche yo estaba algo depre, quizá la luna, sólo sé que necesitaba irme a casa por unos días y él estaba allí abrazándome a las tantas de la madrugada y me dijo “nunca estarás sola, siempre estaré contigo, solo tienes que asomarte a la ventana y donde quiera que estés, mira la estrella más brillante que ese seré yo pensando en ti”. Claro, con tantas atenciones mi corazón confundía los sentimientos, y mucho tiempo duró la confusión, hasta que comprendí que éramos tan amigos, que jamás funcionaríamos como pareja. Recuerdo otra vez que tampoco andaba muy bien de ánimos y me dijo “yo siempre estoy a tu lado, si de repente sientes un ruidito así como pspspspsps, a tu alrededor, no te asustes, que soy yo”. ¡Cómo iba a asustarme, su presencia siempre ha sido motivo de alegría para mí! Álvaro representa pues, como he dicho, la ternura en mi vida. Es tan educado, tan caballeroso y tan pendiente siempre de los demás... Bien es cierto que le encanta llamar la atención, ser el centro de todas las reuniones, pero también que podemos comunicarnos con la mirada por encima de la gente. A veces incluso ahora que estamos lejos, presiento cuando está mal, cuando me necesita. En dos ocasiones presentí dos accidentes suyos, nada de importancia, pero yo presentía que algo malo le estaba sucediendo.
También he llorado en su hombro y le he prestado el mío cuando lo ha necesitado. Recuerdo una vez que pasaba por duros momentos y yo ya había regresado a Las Palmas y se empeñó en que fuera a Madrid, coincidió con el mes de mayo, con lo que me dijo que él me regalaba el billete de avión por mi cumpleaños porque me necesitaba. No lo pensé, y aun hoy en día con el grado de responsabilidad tan grande que tengo con mi marido y mi hijo, si él me pidiese que volara a Madrid, lo haría sin falta. Álvaro representa ese pedazo de corazón que todos necesitamos para vivir, siempre se lo he dicho, que nuestros sentimientos son tan puros, que jamás nadie podrá entenderlos, porque van más allá de la amistad, pero no en el sentido amoroso, sino el afectivo, forma parte de la persona que soy, porque sin él estaría incompleta.

Recuerdo una vez que organizó una fiesta en su casa de Colmenar Viejo, quiso hacerla a escondidas de sus padres, pero éstos se enteraron y se personaron allí. La cosa fue de mal en peor, recuerdo gente por todas partes, el jardín lleno de colillas, vasos, y un montón de gente, recuerdo que el tonteaba con varias chicas y todas venían a pedirme confidencias, que si me hablaba de ellas, que si las quería, que si no sé qué... Siempre les decía que yo no podía contar nada de lo que él me contase, que tenían que entenderlo. Realmente me acosaban, me acribillaban a preguntas. A veces él se marcaba algún farol con las chicas y menos mal que con la mirada le entendía y jamás le desmentí sus mentirijillas, bien al contrario, las potenciaba, conociendo su forma de ligar y presumir. Supongo que es algo que todos hacemos, tratamos de impresionar a las personas que nos gustan, pero nada iba más allá. Muchas chicas conocí locas por él, pero sé que Elisa fue quien más le hizo sufrir y a quien más amó, a pesar de esa naturaleza innata de lucir como una luciérnaga entre el sexo femenino.

Su padre falleció hace unos años, siempre les quise a los dos con locura, él tan educado como su hijo, y su madre tan cariñosa, por eso no me extraña que sea como es. También mis padres le quieren mucho, se que el día de mi boda hizo llorar a mi padre hablándole de mi. No sólo viajó a  Gran Canaria, cuando a él le quedaban 21 días para la suya, sino que se vino a casa a comer y estuvo allí casi hasta el momento de salir hacía la Iglesia. Por su puesto que Camilo y yo fuimos a la suya, regresamos de nuestro viaje de novios y a los dos días volamos a Madrid para estar con él. Nada ha cambiado entre nosotros. Recuerdo que  le dije a sus padres que si tenía un hijo llevaría  su nombre, y he cumplido.
Hace un tiempo, cuando empecé a escribir  todo esto me olvidaba del mundo que me rodeaba, mi hijo que era más pequeño, veía películas de vídeo a mi lado y de vez en cuando me hacía levantar los dedos del ordenador exigiéndome atención “mamá que te he dicho que me des una mansana y un actimel, que tengo hambre y quiero merendar”. Así que tenía que alejarme momentáneamente de mi fuente de recuerdos y regresar a mi  posición de madre, ja, ja,ja...

De entre los recuerdos rescato que cuando se realizó el último sorteo que el ejército hizo con motivo de los reemplazos de soldados que harían la mili fuera de sus casas, de entre uno de esos pocos soldados que fueron destinados fuera, se encontraba Álvaro. Le tocó hacer la mili en Aire, y nada menos y nada más que en la base aérea de Gando, en Gran Canaria, en mi tierra. Cosas del destino, pero él sabía que allí tenía una familia, una casa. En alguno de mis viajes coincidí con él y recuerdo ir a visitarle al Hospital Militar, que ya no existe. Fui a despedirme un día que regresaba a Madrid, y lo hice con mi amigo Juanjo. Mi hermana Jose y su inseparable amiga Cristina iban a verlo los fines de semana y me consta que le llevaban galletas yayitas. Al poco se libró y regresó a Madrid, aunque le parecieron los peores días de su vida, no puede quejarse, porque los llevó bien y hasta conoció a mi sobrina Sonia antes que yo, puesto que nació en el mes de abril y yo estaba en mitad de curso.
De Álvaro conservo el recuerdo de sus besos en la frente a la hora de la despedida, claro, es muy alto  para mí, mide uno ochenta y tres o algo así, que al lado de mi uno cincuenta y siete y medio...
Álvaro era un aventurero en esto de ganar dinero, siempre estaba trabajando de relaciones en algún pub o discoteca de moda, recuerdo seguirle a Vasarely en Juan Bravo, a Tabas, a El Club de golf, o a But en la calle Barceló, pero lo que más recuerdo fue su aventura de montar una terraza el verano que Víctor Manuel y Ana Belén popularizaron la canción de la Puerta de Alcalá, esa que casi se ha convertido en himno y que me pone los pelos de punta al oírla. Su chiringuito, que montó junto a un par de chicos más, se situó en uno de los márgenes de la mismísima puerta y se llamó sin lugar a dudas, Miralá. Creo que aquella aventura a penas le dejó para cubrir gastos, pero la experiencia le sirvió para comprender lo difícil que es tener socios y que cada uno tenga sus propias ideas. Como soy de las que piensan que las experiencias enseñan, supongo que algo aprendió, y nosotros nos lo pasamos muy bien cada vez que íbamos, además Pedro trabajó con él poniendo copas. Mi amigo Pedro, de él también hablaré, eso por descontado, pero no quiero mezclar los sentimientos que me unen a uno u otro, porque como ya he dicho, Álvaro representa la ternura en mi vida, el corazón, el motor de los sentimientos y todo lo que diga de él me acercaría más a la confusión que al esclarecimiento de lo que ambos sentimos, porque si algo tengo claro, es que si Álvaro tiene un problema en este mundo sabe dónde acudir a buscar ayuda, porque siempre estaremos ahí el uno para el otro, compartiendo como tantas otras veces lo bueno y lo malo hasta que la muerte nos separe y aun así, será tan difícil que la maldita muerte rompa lo que hay, porque lo que hay, hay.

2 comentarios:

  1. ¡No sabes cómo entiendo esa relación! Es maravilloso saber que tienes a alguien a tu lado, cerca o menos cerca, da igual...están unidos por ese lazo de amistad que, para mí, sin duda, es el más fuerte que existe.

    ResponderEliminar
  2. Gracias mi ni niña, siempre que oigo la canción `El regalo más grande´ de Tiziano Ferro y Amaia Montero me recuerda esta amistad... escúchala...

    ResponderEliminar