jueves, 17 de enero de 2013

Universidad


Aquel mi primer año en Madrid no me fue muy bien, en lo que a estudios se refiere, suspendí tres asignaturas para septiembre, eso sí, las otras tres las aprobé con notable. A lo largo de los años he comprendido que cuando uno llega a la universidad la falta de madurez hace que ni siquiera adquieras los conocimientos de la misma forma en que uno puede adquirirlos a los 30 años. La experiencia me ha demostrado que todo lo que me he propuesto estudiar después lo he sacado con el máximo rendimiento, no sólo reflejado en las notas, pero eso tardé también algunos años en descubrirlo.
Desde ese primer año mi hermana Jose, que estudiaba séptimo de EGB y que hoy es una gran abogada, se vino a pasar unos días conmigo a Madrid, cosa que no dejó de hacer en todos aquellos años… Ella y Cristina, su inseparable amiga del alma, otra hermana postiza que la vida nos fue dando, y que por supuesto tienen su capítulo en estas líneas.
En mi primer verano de regreso a casa trabajé en un suplemento deportivo que en esa época editaba Prensa Canaria, Canarias Deportiva, no aprobé ninguna de las tres asignaturas pendientes en septiembre, pero me animé a sacarlas junto al próximo curso. En septiembre cambiaron muchas cosas, lo primero fue quedarme sola, porque Eva, se marchó a vivir a otro apartamento con su hermano Daniel. Él vivía con nosotras, pero la verdad es que la convivencia era un poco complicada en ese apartamento tan pequeño y falto de intimidad, él tenía una novia con una hija y claro, cuando venía de Gran Canaria era demasiado y a mis padres no les gustó nada la idea. Mi relación con Daniel era muy buena, es enorme y la verdad es que una se sentía protegida por él que además trabajaba de seguritas. En cuanto a Eva, nunca dejamos de ser amigas, de hecho, Daniel se marchó a Las Palmas definitivamente y ella volvió de nuevo a compartir el piso conmigo.

 La verdad es que juntas vivimos una época tan maravillosa de nuestras vidas, pero la propia vida nos ha distanciado un poco, de hecho, la última vez que trabajé en un periódico, no digital,  lo hicimos juntas, en La Tribuna de Canarias, mi tercer gran fracaso en un diario que tiene que cerrar por motivos de mala gestión, el primero fue el diario El Sol en 1992 en Madrid, que editaba el grupo Anaya y que tras pasar todas las entrevistas y tener el 99% de posibilidades de pasar a formar parte de la plantilla, en dos días cerró y me quedé con las ganas. Más tarde y tras pasar un mes en La Gaceta de Las Palmas, ocurrió un tanto de lo mismo en el año 96. Pero bueno, a lo que iba, coincidí con Eva en La Tribuna hasta el cierre por regulación de empleo de la misma. Ella trabajaba en Deportes, su puesto ideal, siempre quiso ser periodista deportiva, cosa que me contagió a mi durante una temporada, hasta que me di cuenta que lo que en realidad me gustaba era Sociedad. Hubo un cambio en la dirección del periódico, cambio que había prometido acabar con la crisis, pero que empeoró la calidad del mismo y mermó la capacidad de trabajo de todos los compañeros que resistimos hasta su fin. Eva fue trasladada de Deportes a Región y de ahí a Sucesos. Nuestra relación me parecía algo fría y distante entre dos amigas que habían compartido tanto... Es verdad que luego la vida nos fue separando profesionalmente ... no sabría explicar exactamente qué falla, pero si podemos decir que mensajearnos por Navidad o nuestros cumpleaños es ser amigas, pues somos amigas.
Eva y yo estudiamos juntas COU, pero durante el curso apenas nos tratamos porque ella solo iba a dos  asignaturas, sin embargo cuando nos fuimos a examinar de selectividad y ambas nos enteramos que las dos queríamos ir a Madrid a estudiar periodismo, fue como providencial. Nunca quise ir a un Colegio Mayor, quería tener mi propia casa, además como mi padre viajaba un par de veces al año, a él le salía rentable.
Nuestros primeros días fueron muy divertidos, entre hacernos al barrio, aguantar a aquella locuela que se vino con nosotras y conocernos, pasamos el tiempo mientras comenzaba el curso que se retrasó hasta mediados de octubre o noviembre. Además estaba mi tía con nosotras y con ella fuimos a visitar a una vieja amiga de la familia, Chita. Chita se convirtió en una persona muy importante para mi, era y aun hoy sigue siendo como una madre en la distancia, porque ahora vive en Málaga y hace años que no la veo, pero sigue presente en mi vida. Una familia adorable, Pepe su marido era periodista, de hecho él ayudó a conseguirnos la plaza, porque entrar en periodismo era bastante complicado, máxime para los canarios, tenían seis hijos, dos varones, Rafa y Juanjo, y cuatro chicas, a la mayor solo la vi una vez pero con  Galia, Rocío y Carmen hicimos una bonita amistad. Cada vez que tenía problemillas sentimentales acudía a ver a Chita y nos sentábamos horas y horas frente a una gran bandeja de dulces y café. Muchos domingos comimos en su casa con toda la familia y Chita me regaló un anillo cuando me licencié que guardo con sumo cariño.
A Eva me unía una gran afición al baloncesto y recuerdo que juntas rememorábamos las Olimpiadas de ese año, donde nuestra selección española ganó la medalla de plata frente a EEUU, oíamos partidos por la radio y nos dedicábamos a anotar las puntuaciones de cada jugador y casi todos los domingos nos íbamos al pabellón del Real Madrid en la Castellana, donde jugaban hasta la creación años más tarde del de la Comunidad en la calle Jorge Juan o por ahí, cerca de Goya. Además nos dio por escribir cartas a los jugadores y algunos como López Iturriaga, Paco Velasco, Andrés Jiménez, Fernando y Antonio Martín nos respondieron. Fue una época realmente bonita, ingenua y hasta fuimos coordinadoras del seminario de Deportes en clase de Lengua y llevamos a Martín Tello, gran periodista entonces del diario “As”, a dar una charla con algunos más que no recuerdo, pero fue muy emocionante contar con él y además nos dio los teléfonos de Wayne Brabender y de López Iturriaga para hacerles una entrevista que teníamos que entregar en Redacción Periodística. Con Brabender si que concertamos e hicimos la entrevista, con López Iturriaga no tuvimos esa suerte, pero en el fondo casi me alegro, porque con Brabender me puse tan nerviosa... él jugaba en el entonces Collado Villalba con los hermanos José Luis y Toño Llorente, a quienes nos presentó cuando entraban en la guagua que los llevaba a entrenar. Recuerdo que quedamos en una cafetería en López  de Hoyos y puse la cinta al revés y no se grabó nada, teniendo que repetir la entrevista, por cierto tuvimos que entregar la cinta junto al trabajo en la facultad y nunca la recuperamos. López Iturriaga era mi ídolo, le escribí tropecientas miles de cartas, recuerdo que Eva y yo algunas mañanas en lugar de ir a clase nos íbamos al Retiro y escribíamos cartas. Raúl una vez empezó a escribir una canción sobre ese tema, tengo unas letras escritas por él en una agenda. Eso fue hace tiempo, en el 92, un día que fuimos a pasear a Aranjuez y que le había dado plantón a mi entonces novio, Alberto, con el que tuve una bronca descomunal como adelanto del fin que en poco precedió a nuestra relación.
Así fue como Eva y yo empezamos aquella aventura de la facultad, estábamos en la misma clase, aunque luego en segundo nos separaron y volvimos a unirnos en cuarto y quinto. Nuestra amistad se basó en confesiones personales, en vivencias que compartimos tan importantes como los amores perdidos, las ilusiones rotas, la recuperación posterior... vivimos juntas la enfermedad rápida y galopante de su padre que acabó con su vida en menos de dos meses, las bodas y nacimientos de nuestros sobrinos, la muerte de su hermano Marcos, solo habían transcurrido unos seis años, cuando escribí todo esto. Hemos estado separadas muchos años, la muerte de su padre aceleró su marcha de Madrid, y yo empecé una etapa nueva sin ella, pero que seguí compartiendo a través de las cartas y el teléfono y además fue en un par de ocasiones y salimos juntas con las amistades nuevas que yo hice y que compartimos... Una buena amiga aunque siempre creí que yo la apreciaba más que ella a mi, pero tampoco es muy justo decirlo, cada uno quiere a su manera y no todos los hacemos de la misma forma.

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