miércoles, 27 de febrero de 2013

Discusiones

Discutir por discutir nunca ha sido de mi agrado, pero me encanta discutir... discutir en el sentido de tratar un tema determinado desde varios puntos de vista, o al menos con dos opiniones enfrentadas. Me encanta leer los libros que lee mi hijo de 13 años, aunque tengamos gustos tan diferentes, aunque a él no le gusten los que a su edad me gustaban a mi, o que jamás haya leído aquellos maravillosos textos de piratas, tesoros, viajes, princesas... pero aun así, discutir sobre el contenido de un libro me engancha tanto qué jamás comprenderé como es posible que la gente se enganche a un determinado programa televisivo donde solo oye gritos, insultos y la peor de las acepciones de la palabra discutir.
Ahora está terminando de leer La vida de Pi, de Martel, esa obra que Lee ha llevado al cine en 3D, y que ha se ha llevado un par de óscars. Yo la leí hace varios años, cuando Círculo de Lectores la publicó con la dispensa de Destino, el mismo libro que mi hijo manosea hoy. Yo no he visto la película y jamás pondré en duda la faceta artística del director, pero me alegra en el alma que mi hijo me diga que el libro le gusta mucho más que la peli. La verdad que a veces me cabreo cuando tiene que hacer un trabajo de lengua, porque creo que con su edad jamás hice un trabajo así, me digo a mi misma que la profe se pasa, que parece un trabajo universitario y encima no le deja usar el ordenador, tiene que escribir todo a mano. Además de incluir el mapa de autor, un concepto nuevo para mí, el contexto histórico, político, social, cultural y económico de la época, del resumen y la opinión personal, tiene que buscar un título alternativo,  explicar por qué el autor habrá escogido ese,y si tiene  que ver con la historia, escoger dos frases del libro, y hacer un capítulo alternativo... todo ello acompañado de la ficha técnica, del índice y juro que a veces el pobre supera los 50 folios. Me quejo es cierto, me quejo y le echo una mano en lo que puedo... luego la profe le da un 10 y pasea sus trabajos por todos los cursos diciendo que deben tomar ejemplo, aunque también le dice en secreto que seguro que sus padres le han  ayudado. Tonto sería si con un padre historiador, una madre escritora-lectora compulsiva no aprovechara la coyuntura... pero a mi me da igual lo que digan, le agradezco a la profe que les obligue a leer, aunque me siga pareciendo un trabajo excesivo... me alegro del 10, porque afortunadamente va acompañado de sus otros 10 en los exámenes donde no estamos ni su padre ni yo... pero en el fondo eso tampoco me importa en demasía... lo que me importa es discutir... adoro que llegue cada trimestre nuevo porque tendrá que leer al menos dos libros y nos enfrascamos en disputas a la hora de elegirlos, y nos paseamos por la biblioteca de casa buscando títulos atractivos o miramos en internet y decidimos salir a buscarlo. Unos son prestados de sus primos, libros que no conozco, de autores de los que jamás he oído hablar... pero que me leo para poder entablar nuestra particular batalla dialéctica. Si mi marido anda por casa y conoce el libro entonces ya... es que se arma la revolución. Mi hijo se enfada porque él ve las cosas con otros ojos, él cree que lleva la razón y la defiende a su manera... ojalá todas nuestras discusiones futuras sigan siendo por los libros que leemos y no por las horas que se tira jugando a la play, o delante del ordenador, o en breve por querer salir y entrar a su aire, con la rebeldía que nos caracteriza al crecer...

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