Hace unos días una amiga, Diana, ponía una
nota en su facebook diciendo que odiaba es el mes de mayo. Dice que todos los
años este mes viene cargado de malas noticias, o al menos en lo que a su vida
respecta. Para mí sin embargo es un mes, estupendo: es primavera. Y salvo por
las alergias que nos hace gastar más pañuelos que de costumbre, es uno de mis
meses favoritos. Es verdad que es mi cumpleaños, y es el mes en el que nació mi
hijo, mucho más reseñable que recordarme el paso del tiempo.
Reconozco no ser religiosa aunque he cumplido
con casi todos los cánones que manda la Iglesia con respecto a los sacramentos
(quede lejos el de unción de enfermos), pero he de confesar que de mi infancia
recuerdo el mes de mayo porque las monjas le llamaban el mes de las flores.
Cada día nos tocaba llevar flores a la virgen, e independientemente de lo que
significaba y de los cantos que no nos importaban mucho, para nosotras era un
día de vanidad. Eso que las monjas nos decían que no debíamos tener y que en
muchos casos menoscabó la autoestima de muchas niñas. Pero bueno ese no es el
tema que me trae hoy aquí, sino analizar por qué el ser humano tiende a
idealizar u odiar determinadas cosas. Ya de mayor cuando estudiaba en la
Universidad, el mes de mayo me trae a la memoria mis fiestas de cumpleaños, donde
nos apilábamos clavícula con clavícula en mi pequeño apartamento, los ratos que
huíamos a leer al Parque del Retiro, las fiestas de San Isidro, las tardes de
toros en que el tráfico llenaba mi calle rumbo a la plaza… ¿Cómo podría decir
que odio este mes?
Todo nos influye, ya hasta los meses del año…
hay quiénes odian diciembre porque no soportan la Navidad, quienes enero por el
frio, quienes agosto por el calor y así tantos gustos como odios. Al menos
tenemos doce variantes que elegir, doce hombres sin piedad, doce del patíbulo,
doce Apóstoles… Si hiciéramos una estadística en la que se reflejara los gustos
de la población, ¿qué meses serían los más deseados? ¿Qué motivaría a cada ser
humano a elegir un y no otro?... Supongo que si lo acotamos por estaciones
también puede servir, porque yo adoro el mes de octubre, me encanta el otoño
casi tanto como la primavera. ¿Nos marcará esto de alguna forma?, como hay
tanta gente que afirma que lo de los horóscopos en verdad y que influyen sobre nosotros
las constelaciones y posición de los astros el día de nuestro nacimiento,
aquello de la famosa carta astral que nombran los astrólogos… No lo sé, ni
siquiera sé por qué he pensado esto hoy, por qué mis manos han tecleado estas
letras, quizá porque un amigo, José Auyanet, me mandó fotos de flores y animales
por wasap, fotos de la naturaleza de este mismo mes de mayo, fotos que si
hubiera hecho en marzo, en noviembre o en agosto, no tendrían el mismo aspecto…
Disfrutaré estas hoy, esas que acompañan el texto, y que utilizo con su permiso
para ilustrar mi blog. Porque quién sabe qué flores podremos disfrutar mañana,
eso sí, mantendré viva la esperanza y la máxima de que mientras haya primavera
siempre seguirán saliendo, aunque las corten todas como decía el poeta.
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