“Tengo dudas constantemente, sé lo que quiero
pero no lo que hago”, así se pronunciaba María Callas en una entrevista para la
televisión francesa en los años 50, los mejores de su carrera como soprano. Cada vez
que escucho una de sus Arias siento desgarros en el alma. No sé por qué, no
puedo explicar esa sensación… recuerdo además cuando mi hijo apenas tenía un
mes de vida que soltó tremenda carcajada oyéndola. Quizá lo que a uno le
conmueve a otros cause placer, aunque en
este caso yo no disocio ambas cosas.
Callas fue una mujer adelantada a su época,
fuerte, independiente, nunca se sintió querida por su madre. Contó cuando ya
tenía cierta edad que siempre le exigía mucho y la motivaba el dinero no su
cariño. Su madre minó su autoestima desde jovencita decía que era fea y gorda
que no servía para nada, mientras volcaba su amor maternal en la hermana. Se
acostumbró a ello, y jamás estuvo segura de sí misma. Decían de ella que tenía
mal carácter, que era una mujer difícil de llevar y ella aprovechó esa fama
para evitar que la manipularan, pero al final resultó ser un juguete roto.
Desde los aplausos del público pasó a los abucheos, de ser esposa pasó a ser
amante dejando a su marido, de ser
amante casi una década, pasó al olvido cuando Onassis la abandonó abruptamente
para casarse con Jacqueline Kennedy… desgracia tras desgracia el destino no
solo desgarró su persona sino a su voz que fue poco a poco apagándose. El
concierto final tuvo lugar el 11 de noviembre de 1974 en Sapporo, el último
lugar del planeta donde se la escuchó
cantar. En el 77 fallecía en su casa de París con apenas 53 años. Nunca se supo
qué pasó, se le atribuyó a una muerte cardíaca pero no se descartó nunca el
suicidio con tranquilizantes.
¿Cuántas mujeres desgarradas van por la vida?
Cuántas sopranos anónimas cantan la letanía de sus lamentos para dentro, esas
voces que nunca son escuchadas. Somos las personas más vulnerables, las que
estamos expuestas a perder dignidad, amor, salud, trabajo… vida. Pero somos tan
fuertes… los desgarros no pueden con nosotras. Por eso y por mucho más vaya
desde aquí un pequeño homenaje a madres, hermanas, tías, primas, cuñadas,
sobrinas… amigas… a todas esas mujeres que hay en mi vida, las que habrá y las
que se irán poco a poco, porque ellas han hecho de mi la mujer que soy,
incluida María Callas, cientos de cantantes, escritoras, artistas, políticas,
profesoras, compañeras de profesión, técnicas deportivas y miles de millones
anónimas que dan ejemplo cada día. Son desgarros que una luego va uniendo con
titanio, brindando el corazón, el coraje y el amor a los suyos.
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