jueves, 4 de junio de 2015

Latidos




Tu mano suave recorre mi espalda y el deseo y las ganas de ti se hacen cómplices en el mismo instante en que te acercas despacio y me sorprendes. 
Quizás el tiempo ha hecho que conozca tus pasos, que por esa suave exhalación de tu nariz sepa en qué momento estás combativo. Te muestras sumiso pero sé que no lo eres, quieres dominarme y dejo que lo hagas, porque me gusta que me poseas… luego me vengo y con un sólo beso te hago mío. 
Y ... escribimos notas en el pentagrama del mundo con un compás infinito, porque no hay música más divina que nuestros latidos.

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