Él le hizo tanto daño... que cuando le pidió perdón ella lo había perdonado... pero no quedaba amor que darle se lo arrancó de cuajo en el adiós que nunca le dio.
Ella fue su mayor infierno pero también fue, sin quererlo, su mejor apoyo, su mejor escrito inconcluso... Su conciencia y corazón.
Ambos mueren de pena, ambos mueren de amor. Pero hubo un tiempo que ya no es hoy.
Hoy quedan lamentos, silencio y soledades, la soledad del cazador, porque él seguirá sólo, cada presa que logre, será una pieza menos que viva en libertad.
Ella bendecida por un nuevo amor, no mirará atrás... dicen que si duele no es amor, y ella, ella vivió para comprobarlo, pero siempre le recordó.
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