La Navidad, me gusta. No sólo me encantan las luces de las ciudades, o el esmero en decorar las casas, (algo que por cierto, no suelo hacer en la mía)… los belenes… de niños mi padre nos llevaba a verlos. Él siempre ha hecho belenes grandes, mi abuelo materno hacía belenes grandes y lo recuerdo arreglando figuras con miga de pan. Les daba forma y luego las pintaba… era un auténtico artista. Los vecinos siempre venían a ver los belenes de mi padre. Ahora hace tiempo que no los hace tan grandes, y a pesar de las dificultades y enfermedades que nos asolan desde hace varios años y que hace que nuestras navidades sean terribles, él se esmera por hacerlo. Este año le ha tocado a él necesitar cuidados, pero hizo el Belén en un estante del aparador del salón, antes de caer.
Pero mis recuerdos de la Navidad son en febrero y en marzo… ¿Por qué?, pues porque mi abuela guardaba turrones y peladillas, sobre todo peladillas de colores. Las guardaba y nos las iba dando cuando menos lo esperábamos… mis hermanos y yo nos reíamos… mi abuela sabía prolongar la Navidad. Cada vez que veo peladillas no puedo dejar de pensar en ella. ¿Qué pensará mi hijo, o sobrinos de mis padres?... espero que les recuerden siempre la Navidad, esta caótica, con las casas llenas, sobre todo la de mis padres, pequeña y clavícula con clavícula… pero donde ni los gritos, no los enfados, ni riñas, ni discusiones, matan lo principal: en mi familia siempre es Navidad.
Ese es el espíritu que debemos empeñar en mantener. . A diario. FELICES FIESTAS Mayte
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