miércoles, 9 de diciembre de 2015

Tu camisa

Te espero, saliste corriendo y no se me ocurrió más que ponerme tu camisa… esa que horas antes te había arrebatado loca de pasión. Sé que no tardarás, esto sólo es una prisa porque la pobre perrita ya no podía aguantar más.
Foto: Nené Reguera
Espero que subas con el desayuno, porque entre los nervios de la cita, anoche no probé bocado y estoy desfallecida. Después podrás si quieres recriminarme que lleve tu camisa e incluso me la podrás quitar, y a contraluz dejar que me leas las noticias del día, que rías a carcajadas y me hagas más cosquillas, de esas, de esas que sabes que me gustan.
Podremos después de amarnos, volvernos amar… mientras el arrullo de las olas y la espuma chocan en la bahía, y los barcos en lontananza nos hagan soñar. Aunque yo no quiero barcos, ni olas que no empujen mis velas hacía tu costa, que no me lleven a ti, con cada viento a favor, o en contra.



ntra.

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