La tarde era dorada lo recuerdo,
esa sensación que deja en el cielo el sol cuando empieza a bostezar... Tonos
rosados y azules que se reflejaban en el mar que también empezaba a protestar
haciendo que la marea emergiera hasta la avenida. No hacía frío pero los
cuerpos calientes después de un par de horas de charla y vino, sintieron esa
brisa marina que cala hasta los dientes. Yo tirité un poco y pasaste tu brazo
sobre mis hombros pegándome a ti. Fue entonces cuando una corriente infinita me
puso en alerta... qué peligro tu cuerpo y el mío.
Imagen de la red |
Andamos por la playa riendo y
hablando como dos adolescentes primerizos... Me invitaste a cenar para
resguardarnos del frío. Era un bar de pescadito frito, de calamares y más vino
tinto... Se desataron las lenguas coquetas y se dilataron las pupilas... nos
dimos un beso con sabor a mar y bodega. Ya supe en ese instante que estaba
perdida, y tú conmigo.
La tarde dio paso a la noche y el
cielo infinito de agosto lleno de estrellas nos dio cobijo... Tenías una manta
en el coche y abrigadita me llevaste en volandas hasta casa de un amigo. Tenían
una fiesta y nos unimos a ellos con parranda de guitarras, boleros, isas y
algún rockerillo... Fue la voz quebrada
que sacaste al cantarme al oído, tu aliento, tus manos asidas a mi cintura...qué
escalofrío...
Tu amigo nos invitó a quedarnos a
dormir y no había nada que deseara más en ese instante. Al entrar al dormitorio
me rodeaste fuerte en tus brazos, besaste mi boca tan despacito... me hiciste
cosquillas en la comisura de los labios y supe que eras mío. Yo temblaba de
emoción y de frío cuando quitaste mi ropa e hiciste lo mismo...ya te deseaba
tanto... me perdí entre tu boca y tu ombligo... lamiste mis pezones expuestos y
gorditos... "te voy a amar" me dijiste y bajaste a mi vagina húmeda
que reclamaba tu atención... Infinitos espasmos salían de mi cuerpo mientras
gemía bajito... tu lengua y tus dedos hicieron que explotara en tiempo récord,
apenas un par de minutos... quise que sintieras lo mismo... di un pícaro masaje
a tu pene entre mis pechos, lamí su cabecita golosa y te rendiste a mi entre
sollozos inaudibles... Eras realmente mío... oíamos el rumor de las olas y yo
quise mecerme en su sonido. Te monté como un potro y dejé que embistieras con
fuerza y pasión lo que es tuyo. Era una entrega absoluta y cabalgamos
exhaustos, mientras caía la madrugada... explotamos los dos sin alaridos,
callados, cómplices... doloridos de besar la piel y el alma, y los sexos
colmados de espasmos y espumas que se juntan en la orilla de nuestras vidas.
Porque estábamos condenados a conocernos.
Te quedaste dormido y yo con mi
insomnio eterno y la emoción del momento, me asomé a la ventana que daba al
risco y se olía el mar… las olas arrullaron la canción que emitía mi corazón
esa noche que empezó siendo una tarde dorada y acabó una velada romántica de
amor y caricias… me volví a la cama y
pegadita a tu pecho me quedé dormida.
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