domingo, 1 de enero de 2017

Detective privado

Nunca fue fácil ser hija de un detective privado en España, en Canarias... nunca podíamos decir a qué se dedicaba, nos enseñó desde temprana edad a no saludarlo si lo veíamos en algún sitio, porque seguro estaba trabajando. Casi nunca estaba en casa, recuerdo cuando llegaba de madrugada y nos iba a ver a nuestras camas, sin encender la luz comprobaba que estábamos bien y desaparecía. Había días que no venía ni a comer. Otras se cambiaba mucho de ropa, o se disfrazaba... se ponía alzas en el interior de los zapatos para parecer más alto; se afeitaba el bigote o ponía pelucas. A veces estábamos de vacaciones y tenía que irse inesperadamente... no, no era fácil para unos niños ser hijos de un detective privado. Cuando íbamos a su despacho no nos dejaba acercarnos a las ventanas, para que nadie nos viera. Jugábamos con su lupa, entre cámaras de fotos, grabadoras bolígrafos, libros trampa... a veces nos llevaba con él, íbamos toda la familia y él estaba trabajando. Lo amenazaron varias veces, incluso una vez yendo con uno de mis hermanos pequeño le dieron una paliza y tuvo que sacar su arma y así defenderse... su arma... siempre nos enseñó lo peligrosa que era, nos instruyó como cogerla, le ayudamos a limpiarla... nos llevó alguna vez al tiro a hacer prácticas...


Crecimos siendo hijos de un detective privado, nada fácil para mi madre que trabajaba con él...conocimos a muchos colaboradores, tuvimos varios coches, cambiaba, alquilaba y pedía a la familia... tuvo motos y la de aventuras que vivimos con él... no era fácil admirarle y no poder compartir su trabajo. Ocultar siempre sus huellas y acompañarle en vigilancias aburridas en coche... aprendimos a observar, a ser objetivos... no juzgar sino apuntar lo que veíamos... de él heredé ser tan novelera, querer contar hechos y escribir e inventar historias. No fue fácil, pero fue una gran infancia, nada aburrida. Mi padre no tenía horarios, a veces sin honorarios, pero fuimos felices y vivimos mil peripecias a veces sin saber que eran situaciones forzadas, no es fácil no poder contar tantas cosas... desde pequeños firmamos, sin firmar, una cláusula de confidencialidad ... eso nos ha marcado como personas, nos ha hecho ser prudentes, austeros, intentar pasar desapercibidos, algo que yo nunca consigo.©

No hay comentarios:

Publicar un comentario