miércoles, 5 de julio de 2017

Eros

NoemiRhpositivo, derechos reservados.
Quizá eros es el responsable de aquel encontronazo capaz de destruir un corazón. Tal vez dejó sus huellas con otro impacto certero que truncó deseo por desolación. Huellas en un espejo roto, un espejo que ya no devuelve la mirada enamorada de quien juró y perjuró que el destino les unió. Mesa vacía en un café, donde en otro instante unos pies entrelazados por debajo se amparaban en la madera para esconder su secreto. Pasos lentos, juegos de manos, pupilas que se dilatan y un atardecer que posterga la marcha, pero precipita la huida. Una escena inconclusa, otra cita que no llegó. Un llanto lastimero, la llegada definitiva del adiós. Sin despedidas, sin argumentos. Queda el aroma en aire, lavanda, limón, orégano, albahaca y el sabor del chocolate embriagado de café. Recuerdos de una tarde dorada en la que eros jugó su papel.

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