domingo, 12 de noviembre de 2017

Torero

Era un torero de moda en los años 90. Se dio a conocer por mantener un romance con una grande de España, la hija de una marquesa que conoció entre bambalinas de una obra de teatro. La chica eligió años más tarde a otro torero, un director de cine... y perdí la cuenta. La madre se casó con uno que parecía tan plastificado o más que ella. Heredaron todos fortuna tan grande... qué feliz hubiera sido cualquier bolchevique con un uno por ciento que repartir. Pero esas son otras historias. Yo quería hablar del torero. Me mandaron a cubrir una corrida de toros que ofrecía con carácter benéfico en una plaza de un pueblo de su Extremadura natal. Salí temprano desde Madrid, cuando apenas había dormido. Llegamos mi fotógrafo y yo a su finca, donde la familia nos atendió de maravilla. No estaba en casa, había salido a montar en bici para relajarse. Llegó risueño, al presentarnos me dijo: "Rubia, nos separa un manillar". Me reí coqueta. Joven, novata en la profesión y sin haber visto en mi vida una corrida de toros. Inolvidable día de Feria, plaza abarrotada y yo desde los burladeros. Me brindó el toro. Y la tarde noche que siguió detrás. Nos vimos un par de veces en fiestas por Madrid. Él siguió su camino y me echó en cara que en Canarias no se pudiera torear, "porque me iría contigo, rubia". Otras cientos de rubias vinieron después. Jamás volví a ver a nadie torear, pero sí ir a plazas de toros a conciertos y mítines. De él ya poco se oye hablar.©

No hay comentarios:

Publicar un comentario