Cada vez que podía me escapaba hasta El Retiro, pasear, leer, ver la vida pasar. Y por encima de todo compartir ese pulmón madrileño con quienes como yo siguen buscando un lugar donde acallar las voces internas. Navegar entre letras. Vivir las vidas de quienes protagonizan las historias o empaparme de conocimientos.
Víctor Camino, derechos reservados |
Me es imposible ir a Madrid sin pasar por ahí. Ahí caminé haciendo recuerdos, intercambié besos, risas, arrumacos, fotos; paseos románticos, e incluso otros menos. Lloré desamores, celebré encuentros. Comí bajo árboles y me tumbé al sol del verano. Horchatas, cañas, tapas, hasta paseos en barca. Disfruté de cantautores, guiñoles, artistas callejeros. Echadoras de cartas, escritores que improvisaban poemas de amor por tres duros. Bicicletas, niños, patines, policía a caballo. Ferias de libros y siempre, siempre la Cuesta de Moyano.
Leer en ese parque siempre se me antojó como algo obligado. Pero también escribir, cartas, pedazos de textos olvidados en cualquier agenda.
He paseado a mis grandes amores, a mis padres y hermanos. Amigos de visita, y a mi hijo, con quien respirar mi pasión y entusiasmo.
Sigue siendo uno de los lugares donde perderme es un regalo. ©
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