Cuando me marché a estudiar dejé atrás el corazón. Sí, dejaba
en Las Palmas al amor de mi adolescencia, Oswaldo, ese amor que nunca me
correspondió de la misma manera, ese amor que ni siquiera las cartas o los
regresos vacacionales consiguieron que funcionara. A veces pienso en él, lo que
fue, lo que no fue y lo que pudo haber sido. Mi hermana Elena tuvo más suerte
que yo, Ricardo era uno de los amigos de Oswaldo, de hecho le conocí por él, mi
hermana la primera vez que vio a Ricardo pensó “ese es el hombre de mi vida”, ella tenía 14 años, yo 13, y
Ricardo fue el hombre de su vida, con él tiene dos hijos maravillosos y juntos
han andado el camino de la vida.
Cuando regresé de Madrid allá por el año 1993, dejaba el
corazón allí, y tampoco la suerte me acompañó, o el destino. Intenté buscar a
Oswaldo, retomar la vida que mi traslado interrumpió, pero la distancia, la
vida no interrumpen que los acontecimientos sigan su curso... Oswaldo tampoco
correspondió a mi desolado corazón, la verdad es que era utópico esperar que me
esperara... Pero el destino me puso delante al gran amor de mi vida, a ese
hombre que no era “un canalla”, como aquellos de los que me enamoraba
cuando era más joven. Camilo es y era la madurez de mi vida, mi norte, mi
equilibrio, el padre de mi hijo, el que me aguanta a diario y respeta mi
nostalgia de ese pasado que nunca volverá...
Madrid ya no significa lo mismo para mí, es otra, quizá hasta
tengo algo de miedo de ir de visita, los amigos siguen ahí, pero cada uno tiene
su vida, pasó la época de las marchas, los exámenes, las confesiones... ahora
todos nos enfrentamos a ese futuro que nos daba tanto miedo... Quizá por eso
ahora necesito escribir todo aquello, quizá porque ahora que estoy tan
desesperada sin trabajo tengo más tiempo para pensar, más tiempo para echar de
menos algunas partes de esa vida que vivimos, otras he de confesar que no, pero
esas otras, como dije, no las contaré por respeto hacía los demás y hacía mi
misma.
¡Cuántos recuerdos me han venido a la mente cuando has nombrado a tu hermana Elena y a Ricardo! ¿Recuerdas las tocatas de guitarra que nos pegábamos? y mucha canción protesta muchísima. Creo que todas las que sé actualmente las aprendí en aquel tiempo.
ResponderEliminarCómo iba a olvidar, Espe... claro que lo recuerdo... qué tiempos aquellos, a veces vuelvo a ellos, es normal, la memoria siempre vuelve a las cosas agradables...
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