Cuando una pareja de amigos, o familiares
cercana decide poner fin a su relación no deja de ser duro para ellos, por
supuesto, y hay que estar cerca para consolarles si es preciso… pero y ¿para
nosotros? ¿Y si resulta que no puedes medir el cariño que tienes a una u otra
parte? Quién no ha sufrido el síndrome de la ex o del ex de… si la pareja ha
formado parte importante de tu vida, ha compartido contigo lo bueno y lo malo,
si en tus recuerdos y tus fotos aparecen ellos como parte del todo, ¿cómo no va
a dolerte? ¿Cómo vas a afrontar ese vacío cuándo ellos se decidan a repartir
las fotos en el mejor de los casos, si no les da por romperlas, quemarlas, o borrarlas
del disco duro?… y qué me dicen de los malabarismos que hay que hacer para
quedar con uno u otra sin hacer daño, ¿sin sentir que traicionas a una de las dos partes?… Y si hablamos de
volver a empezar, ¿Cómo nos tomamos que nos presenten una nueva pareja mientras
la otra mitad aún llora la pérdida?... No he descubierto aun la fórmula
perfecta, porque nada es perfecto en la amistad y el amor, y sostengo que si
compartes la amistad con los dos miembros de la pareja, el cariño, la
fraternidad con quienes por ejemplo son padres o madres de tus sobrinos, la cosa
se complica cada vez más.
Para mí al menos el duelo es permanente si la
pareja no se lleva bien, si no ha superado la ruptura y si encima no quieres
verte involucrada, no tomar partido... Tristemente siempre hay una parte que se
pierde, tarde o temprano tienes que elegir. La amistad no tiene que tocar fondo
y llegar a su fin, pero las cosas nunca serán igual, siempre, siempre perderás
más a una de las dos partes. No lo digo porque se tome o no partido, sino
porque siempre habrá alguien que ponga millas por medio y no quiera estar donde
ha estado, no quiera compartir lo común, lo cotidiano…
Conozco un caso excepcional: A la ex mujer de
mi hermano le sigo llamando cuñada, aunque tenga otra cuñada nueva, a la que
respeto desde lo más profundo, pero mi cuñada, la madre de mis sobrinos, la que
lleva más de 30 años en la familia, la que está en las cosas buenas, en los
malos momentos, con la que se puede contar para todo… sigue siendo mi cuñada y
su pareja actual, es uno más, es de la familia, otro piojo pegao, como solemos
decir. Mi hermano en cambio y su pareja optaron por apartarse, ya no forman
parte de la familia, decidieron incluso cambiar de isla. Apenas nos vemos el
contacto es mínimo por no decir nulo, aunque en esta situación concreta
personalmente no me siento culpable, es una elección que ellos han hecho y la
respeto porque tienen derecho a vivir su vida como quieran. Al menos mis padres
sí saben de ellos, y eso me reconforta porque es duro para unos padres que su
hijo desaparezca.
Entiendo que cosas como estas cada vez las
vamos superando más, pero sigue siendo difícil conservar esa parte que una ha
vivido con la pareja y que forma parte del pasado, a veces se escapan
comentarios sin malas intenciones, nombres y anécdotas difíciles de obviar.
Espero que me perdonen si alguna vez meto la pata y que podamos seguir
construyendo juntos nuevos recuerdos, nuevas aventuras personales y seguir juntos
el máximo trecho que podamos del camino.
Uf, cuántas veces no hemos vivido situaciones así... y ya cuesta cuando nadie te pide que tomes partido, peor aún cuando una de las partes afectadas entiende la "lealtad" como que le des al otro con la puerta en las narices. Muy fácil identificarse con tus palabras, Mayte :)
ResponderEliminarGracias Ava seguiremos buscando el equilibrio... besos
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