Hace un par de días que una amiga me pidió si
podía corregirle un relato que quiere presentar a concurso, no voy a hablar del
relato, ni siquiera de que una se sienta halagada con estas peticiones porque
yo misma las he hecho alguna vez a otras personas. Lo que quiero destacar es el
derroche de sentimientos que lanzamos las personas que nos gusta escribir.
Cuando estudiaba en la Universidad, uno de los profes de Redacción periodística,
José Luis Castillo Puche, nos decía a los que queríamos escribir que lo
hiciéramos a diario y nos aconsejaba para ello escribir diarios personales. Yo
siempre lo hice, desde los 13 años y hace tiempo que dejé de hacerlo, sustituí
como he dicho en otras ocasiones, mis diarios por las agendas, ahí anoto cosas
personales, ideas y demás… quizá hemos sustituido los diarios, esos
cuadernillos llenos de garabatos, fotos, recuerdos, hojas secas, una rosa que
alguna vez alguien nos regaló… nombres, fechas, acontecimientos… por los blogs
que hoy día nos ofrece la tecnología. Pero soy consciente de que en los blogs
una no escribe para sí misma, escribe para los demás, de ahí que a veces no se
reflejen las cosas personales que una no quiere que lea todo el mundo, esa
parcela de intimidad, esa ventana de Johari que nunca se muestra.
Nuria escribe con seudónimo, supongo que
quizá se lo exija el concurso, y entonces me pregunto para qué exigen los
concursos usar seudónimos… entiendo el seudónimo cuando una quiere expresar
cosas sin que la identifiquen, en esos escritores que vivían de literatura
barata de bolsillo para poderse costear luego escribir los libros firmados con
sus verdaderos nombres. Pero no entiendo que en un concurso te exijan usar
seudónimo. No voy a despotricar contra los premios más importantes de este
país, ni mucho menos, porque no seré yo como una escritora a la que adoro que
tras criticarles con vehemencia presentó una obra, ganó y con el reporte económico
pudo comprarse su vivienda. No, no lo haré… pero no entiendo el último
premio Planeta otorgado a Lorenzo Silva… cumplió con los requisitos? No puedo
ni llegar a dudarlo, no me atrevo, pero si me pregunto cómo es posible que
llamen anónimo a un libro cuyo personaje principal, el Guardia Civil Bevilacqua,
ya es conocido en nuestra literatura, y que además se sepa quién es su creador.
Pues fíjate que estaba yo pensando en usar un seudónimo... Gracias por animarnos a ser nosotros mismos.
ResponderEliminarBonitas palabras.
Un abrazo, Esperanza.