martes, 30 de abril de 2013

¿Por qué voy a la mani del 1 de Mayo?



¿Por qué voy? Esa pregunta la puedo responder así sin pensar: porque quiero formar parte del futuro mirando al pasado. Así de simple. Muchas personas se preguntarán mañana al levantarse por qué ir, por qué no aprovechar el día para estar con la familia o los amigos… yo dejaré de asistir a un encuentro amistoso en el que se reunirán padres, madres e hijos. Me da pena no compartir ese día de asueto, pero peor es no tener un día especial, que todos los días sean iguales y no tener motivos para levantarse, para arreglarse y salir a la calle a ser útil, sentirse recompensado por el trabajo.
Soy autónoma y llevo  casi cinco meses pagando las cuotas de la Seguridad Social sin ninguna entrada económica, tirando de viejos recursos que se van agotando y con ello mi paciencia… que no estoy parada es cierto, porque escribo, porque estudio haciendo mil cursos de formación y porque hago voluntariado dando esperanzas a quienes más lo necesitan. Además colaboro en los cuidados de mi hijo, la casa y una tía mayor a la que hay que atender cada día en domicilio tras más de un año de hospital en hospital. ¿Pero esto son mis motivaciones personales? No del todo. Me motiva ver que mi pareja sufre cada día en su puesto de trabajo, cuando es ahora mismo el único sustento que tenemos, me motiva ver como mi hijo saca las mejores notas posibles, sin tener claro cuál va a ser su futuro; me motiva ver la gente haciendo colas en la calle en las oficinas de Empleo, la gente que hace cola al sol o intemperie ante los centro benéficos; la gente que se suicida, sin ir más lejos ayer en nuestra isla una madre se tiró con una bebé de dos años falleciendo en el acto, aunque la niña salvó la vida…
Si esto no son motivaciones para llenar las calles de las ciudades, ya no sé qué más necesitamos. Espero que estas letras animen a quiénes tengan dudas, a quiénes ni si quiera se lo plateen, porque aunque una pueda decir en su fuero interno ”no sirve para nada”, pues si, si sirve, sirve para que nuestros hijos e hijas aprendan la lección, para que quienes tengan que votar en las próximas elecciones usen la cabeza y no el corazón, que no se piense en ideologías, sino en futuro, en quién puede ofrecernos una mejora, una salida digna a esta situación.

Mencionaré de recuerdo aquel Chicago de 1886, ese día que hace que la fecha del Uno de Mayo tenga significado, pero quiero remitirme un poco más lejos, aunque no fue tan dramático, si fue una lección de la que todas las personas deberíamos aprender.
Ocurrió en 1772, Haydn escribió su Sinfonía número 45, la que se conoce popularmente por la Sinfonía de los adioses. Haydn la escribió para su patrón, el príncipe Nikolaus Esterházy, y los músicos que la interpretaban fueron casi retenidos en el palacio de verano, donde fueron obligados a permanecer por largo período de tiempo sin ver a sus familias. El autor pidió al príncipe que dejara volver a sus músicos a casa con sus mujeres e hijos pero ante su negativa, los intérpretes durante el adagio final fueron dejando de tocar uno a uno. Cada músico apagó la vela de su atril y se marchó en orden, dejando al final sólo dos violines tocados con sordina (tocados por el propio Haydn y el concertino, Alois Luigi Tomasini). Esterházy entendió el mensaje y la corte regresó a casa al día siguiente.
Si lo único que nos queda para pedir cambios en la política es salir a la calle, si sólo nos resta caminar y caminar… hagámoslo al son de la Sinfonía de los adioses y despidamos todo lo malo para exigir nuestros derechos laborales, nuestros derechos humanos de vivienda, familia, trabajo, salud, y educación universales, sin distinción de raza, edad, condición sexual…

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