Sobre mi libro `Sin tu permiso´

Me encanta celebrar el Día del Libro, me encanta ver libros por todas partes y que los libreros hagan como mínimo un 10% de descuento, me encanta que me regalen y al menos han caído tres esta semana… y sobre todo estoy muy contenta porque esta vez yo también participaré de alguna forma. Por primera vez me invitan a participar en un club de lectura, donde se debatirá uno de mis relatos. Me hace mucha ilusión, y desde luego tengo claro que no tengo un nombre que de por si venda libros como tantos otros periodistas famosos cuya cara conoce todo el mundo, o simplemente aquellos que han ganado su fama en la prensa del corazón. Nunca pretendí vivir de la literatura y me conformo con que al menos 200 personas me lean. Con que al menos mis familiares y amigos me den la enhorabuena o me digan que siga adelante, que no deje de escribir. Todo ello compensa. 

Espero que el próximo año pueda estar firmando en casetas, en librerías y sería un sueño mayor aún poder hacerlo con algunas personas a las que adoro y admiro… 

Rosario Valcálcer me dijo: “Te diré, así deprisa, sin pensar mucho que la belleza de los textos está en la expresividad. Porque están escritos con un lenguaje que alimentas palabra a palabra, que devoras. Y además sabes transmitir un aire fresco que algunas veces me atrevo a decir que pecan en la espontaneidad si es que eso se puede tomar como pecado”. 

Santiago Gil, escritor al que adoro, y al que siempre digo que me tiene enamorada con su lenguaje, me dedicó unas entrañables palabras : “Uffff Escribes de maravilla, muy, muy bueno. Ese libro será la bomba”.

Herminia Fajardo, compañera, amiga, familia, me acompañó en la presentación oficial en el mes de noviembre del 2012, junto a Marta Cantero, que además de ser también periodista, escritora, ha sido jefa en algunas ocasiones, y amiga. 

Herminia ese día estuvo tan graciosa como siempre. La naturaleza la dotó de un sentido del humor tan grande como ella, tan grande como ese compromiso humano que siempre la acompaña… fue dicharachera y mencionó como se veía el sexo desde su generación, como la literatura ha silenciado este género de forma abierta y sin embargo, hizo un recorrido sobre las bellas cartas que Emilia Pardo Bazán escribió a nuestro insigne Pérez Galdós, Casa Museo donde presentamos mi libro. Habló de Santa Teresa de Jesús y sus escritos, leyó algún párrafo y demostró lo erótico que eran. Se atrevió a leer dos de los míos, para ello tuve que pedirle el abanico que llevaba, pues mi temperatura corporal subió como una ola… Recuerdo ese día como uno de los más hermosos de mi vida, la sala se llenó, había gente de pie y aunque los micrófonos fallaron un poco, me sentí arropada por familias y amigos. 

Marta me dedicó hermosas palabras ese día, palabras que ahora reproduzco, pero no sin antes decir que hubo otra presentación en Café de Espacio, más íntima, allí estuvieron un par de amigos y Santiago Gil que me llevó a una Guadalupe Martín Santana a la que no conocía y a quién ahora leo. 

Palabras de Marta: “Escribir literatura erótica no es fácil. Es, quizá, el género más difícil. Tanto por la materia prima sobre la que trabaja, que sigue siendo un “contenido sensible” aún en una sociedad como la nuestra, en apariencia liberada sexualmente, como por el uso del lenguaje. Que no es el mismo cuando se habla, se piensa o se escribe. 

Una escena erótica de una película –y me vienen a la cabeza El cielo protector o Último tango en París– no se describe, se ve. Y mientras la vemos nos produce más o menos pudor sin que nadie nos las interprete. Pero la literatura necesita describir la escena, recurrir a las palabras para explicar cada parte del cuerpo, cada gesto, cada acto. 

Y aquí viene "el quid" de la cuestión. Al propio autor de narraciones eróticas, cuando escribe, no le "suena" igual la escena que imagina cuando la redacta. Y a veces el relato tropieza con una palabra que resulta demasiado fuerte y parece que hace perder a la historia parte de su encanto. En fin, es fácil caer en lo grosero, si se es demasiado explícito, o en lo ridículo, si los pudores impiden escribir en libertad. 

Mayte Martín consigue superar estas dificultades gracias a la naturalidad con que trata el tema de la sexualidad. En los relatos de Sin tu permiso, los personajes anónimos, él y ella, cuentan en primera persona sus deseos, sus gustos, sus placeres, pero también sus temores, sus inquietudes, sus anhelos. Y lo hacen del mismo modo que compartirían un viaje, una excursión. Con sencillez y frescura, sin el peso de esa carga negativa con que nuestra religión, el cristianismo, ha distorsionado la concepción de los sexual en el mundo occidental. 

A un familiar, le parecía una frivolidad que yo aceptara presentar este libro. No por un desprecio a la autora, que no conoce. Ni por un rechazo al producto, que no lee ni ha leído nunca. Sino porque en sí, la literatura erótica le parece eso: frívola. 

No lo es en absoluto. En nuestra conversación sobre el libro, la autora me confesaba que ella entendía que en realidad no había escrito relatos eróticos, sino historias de amor. Porque había, en ellas sentimientos. Y tiene razón. De hecho, algunos de sus relatos llegan a ser tan tiernos que se acercan más al romanticismo que al erotismo. En ocasiones, están más cerca de Corín Tellado que del Marqués de Sade, que es uno de los primeros autores en los que uno piensa cuando se habla de literatura erótica. 

Precisamente su Justine fue el primer libro de literatura erótica que me leí. Una amiga, muy osada, me lo regaló una Navidad siendo yo bastante jovencita y me produjo un impacto fortísimo. No es, desde luego, nada recomendable empezar por este nivel a introducirse en el gusto por la lectura de relatos eróticos. Años después, la colección la Sonrisa Vertical, del Círculo de Lectores, me reconcilió con el erotismo literario. 

Porque aquí no estamos hablando de pornografía, ni sadismo o masoquismo. Aquí de lo que hablamos es del gusto por el goce con el acto natural, y hermosísimo, que supone que dos cuerpos y dos almas se encuentren y sepan, más allá de los convencionalismos y las rigideces, gozar uno del otro. Los protagonistas del libro de Mayte, insisto, lo consiguen. 

Descomponer el sexo del amor ha sido uno de los grandes errores del movimiento de liberación sexual. Y no sólo porque en cualquier acto sexual haya sentimientos, aunque no siempre sean "buenos sentimientos": no sólo el amor, la ternura o el cariño, también el odio, la rabia, la soledad o el miedo están presentes en una relación sexual. Hasta la indiferencia. El sexo es, si me apuran, el principal regulador de nuestras emociones. Y tener bueno o mal sexo es un reflejo no sólo de un estado de ánimo, sino de calidad de vida. 

Sin tu permiso es, en definitiva, un canto a la vida, una invitación a no renunciar a la pasión. Algo muy de agradecer en estos tiempos desesperanzados y revueltos. Así que no queda más que agradecer a la autora por ello, y por haberme honrado con ser una de las presentadores de su libro. Que deseo, sinceramente, sea el primero de una larga, y sobre todo apasionada, trayectoria literaria. Las Palmas de Gran Canaria. Noviembre de 2012”

Aquí no terminan las críticas, prometo seguir copiando las cosas que me digan tanto lo bueno como lo malo, porque de eso se trata, que me lean, que me digan, que pueda seguir aprendiendo y sobre todo que pueda seguir escribiendo, cosa que jamás dejaré de hacer. En esa foto Miriam de violeta y Diana de plateado, me acompañaron también ese día y se encargaron de vender y recaudar fondos para amortizar lo que he invertido y que aún quedan algunos flequillos...