Sé que tengo la batalla perdida y
sé que much@s no me darán la razón, pero saben qué drama hemos tenido hoy en mi
casa? a mi hijo Álvaro, el único que tengo, le han quitado dos sobresalientes
en sociales y ciudadanía por su actitud... Mi cabreo es de tres mil padres
diablos... encima nos dan argumentos que no tienen pies ni cabeza, argumentos
sustentados por la profesora de ambas asignaturas que está molesta porque le he
dicho que evalúa en pack, argumentos apoyados por su director y la jefa de
estudios: “es un alumno excelente, de alto rendimiento escolar y con un nivel
académico altísimo, pero no se le puede dar el sobresaliente”, aluden delante
de sus narices ... me pregunto igual que les pregunté a ellos por qué si en
lengua, en inglés, alemán y Educación Física... no he recibido ni una queja de
la profesora en cuestión en todo el curso, ni una... nada en su agenda, si en
cambio he recibido quejas de lengua, matemáticas, alemán o ciencias... es cierto que la tutora
nos dijo en las dos tutorías que tuvimos en el curso que hablaba mucho en clase.
Me libre Dios de Wert si pretende que l@s estudiantes sean personas calladas,
silenciosas y taciturnas, porque eso ocurría en los viejos monasterios de la
Edad Media... yo quiero que mi hijo sea hablador, preguntón, risueño, que no se
aburra en clase, porque a veces algunos niños se aburren, sí lo digo bien, se
aburren...quiero que sea una buena persona, respetuoso con sus compañeros,
solidario, sociable, que jamás conteste de mala forma a un profesor (eso que me
lo deje a mí, que menuda soy cuando suelto la lengua)... pero además que reciba
castigos cuando lo merezca y premios también... que aprenda a ser consecuente,
que aprenda, sobre todo que aprenda y que se esfuerce. Pero cómo le digo a un adolescente
al que estudiar le cuesta bastante, “estudia” si me tengo que conformar con su
respuesta “para qué, aunque saque un 10 siempre me van a poner notable”, y esa
es la nota que saca por la patilla, que saca de oír a la profesora en clase
(aunque esté hablando) y lo digo aquí, tal y como se lo digo a él, se lo he
dicho a los profesores y lo saben mis amigos más cercanos. Álvaro hasta ahora
saca las asignaturas sin estudiar, su trabajo es la diferencia entre un 7 u 8 y
un 9 ó 10… no estoy orgullosa y sé que es un gran problema que me tengo que
currar con él… pero le he pedido ayuda a sus profesores, y ¿qué hacen? Le bajan
la nota en determinadas asignaturas con el argumento de que su actitud no es la
adecuada. Entiendo y comprendo a mis amigos, familiares y entorno de
profesorado que dice que el comportamiento sí influye, que insisten que un
alumno o alumna incordio no merece el sobresaliente. Pero por qué no tomar
medidas desde el principio, por qué no sentarse y en consenso buscar soluciones
en lugar de castigarle con una nota global desfavorable. Al llegar a casa, tras
una hora de discusiones mi hijo se metió en cama y se tapó con el edredón hasta
las orejas.
Ver un hijo derrotado es muy duro, y más un hijo tan inteligente
que a medida que iba pasando el día y le daba vueltas a la conversación se
percató que lo único que hicieron fue dorarle la píldora e incluso me dijo “mamá
es que me intentaron poner en contra tuya haciéndome darles la razón”… algo
bueno he sacado de esto, aunque su media académica esté lesionada este curso
escolar: ha sacado la rabia desde lo más hondo de su alma y me ha dicho que no
van a tener ni un motivo para llamarle la atención y que sus notas van a ser
mejores que nunca. Yo no tengo otra que apoyarle, alentarle y poner de mi parte
para que cuando termine dentro de dos años y hagan su orla, agachen cabeza y
reconozcan lo que hoy no han querido hacer. Se los dije en la despedida y así
lo siento, son unos soberbios que en el fondo saben que su padre y yo llevamos
razón y que es una injusticia castigar así a un niño, pero jamás darán su brazo
a torcer porque para ellos “un notable alto, es una nota excelente”. Insisto,
para nosotros que conocemos a nuestro hijo, sabemos que no es suficiente.
Celebramos sus otros cuatro sobresalientes, sus tres notables y sus tres bien,
pero yo no dejaré de irme a la cama sabiendo que han hecho daño a mi hijo por
orgullo, por querer ser como me dijo un amigo lo que en el fondo todos somos: un
poquito déspota.
Solo me queda gritar bien alto,
tras hacer uso del derecho de la pataleta, “Marea Verde”
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