jueves, 27 de junio de 2013

Triste final de curso

Sé que tengo la batalla perdida y sé que much@s no me darán la razón, pero saben qué drama hemos tenido hoy en mi casa? a mi hijo Álvaro, el único que tengo, le han quitado dos sobresalientes en sociales y ciudadanía por su actitud... Mi cabreo es de tres mil padres diablos... encima nos dan argumentos que no tienen pies ni cabeza, argumentos sustentados por la profesora de ambas asignaturas que está molesta porque le he dicho que evalúa en pack, argumentos apoyados por su director y la jefa de estudios: “es un alumno excelente, de alto rendimiento escolar y con un nivel académico altísimo, pero no se le puede dar el sobresaliente”, aluden delante de sus narices ... me pregunto igual que les pregunté a ellos por qué si en lengua, en inglés, alemán y Educación Física... no he recibido ni una queja de la profesora en cuestión en todo el curso, ni una... nada en su agenda, si en cambio he recibido quejas de lengua, matemáticas,  alemán o ciencias... es cierto que la tutora nos dijo en las dos tutorías que tuvimos en el curso que hablaba mucho en clase. Me libre Dios de Wert si pretende que l@s estudiantes sean personas calladas, silenciosas y taciturnas, porque eso ocurría en los viejos monasterios de la Edad Media... yo quiero que mi hijo sea hablador, preguntón, risueño, que no se aburra en clase, porque a veces algunos niños se aburren, sí lo digo bien, se aburren...quiero que sea una buena persona, respetuoso con sus compañeros, solidario, sociable, que jamás conteste de mala forma a un profesor (eso que me lo deje a mí, que menuda soy cuando suelto la lengua)... pero además que reciba castigos cuando lo merezca y premios también... que aprenda a ser consecuente, que aprenda, sobre todo que aprenda y que se esfuerce. Pero cómo le digo a un adolescente al que estudiar le cuesta bastante, “estudia” si me tengo que conformar con su respuesta “para qué, aunque saque un 10 siempre me van a poner notable”, y esa es la nota que saca por la patilla, que saca de oír a la profesora en clase (aunque esté hablando) y lo digo aquí, tal y como se lo digo a él, se lo he dicho a los profesores y lo saben mis amigos más cercanos. Álvaro hasta ahora saca las asignaturas sin estudiar, su trabajo es la diferencia entre un 7 u 8 y un 9 ó 10… no estoy orgullosa y sé que es un gran problema que me tengo que currar con él… pero le he pedido ayuda a sus profesores, y ¿qué hacen? Le bajan la nota en determinadas asignaturas con el argumento de que su actitud no es la adecuada. Entiendo y comprendo a mis amigos, familiares y entorno de profesorado que dice que el comportamiento sí influye, que insisten que un alumno o alumna incordio no merece el sobresaliente. Pero por qué no tomar medidas desde el principio, por qué no sentarse y en consenso buscar soluciones en lugar de castigarle con una nota global desfavorable. Al llegar a casa, tras una hora de discusiones mi hijo se metió en cama y se tapó con el edredón hasta las orejas. 

Ver un hijo derrotado es muy duro, y más un hijo tan inteligente que a medida que iba pasando el día y le daba vueltas a la conversación se percató que lo único que hicieron fue dorarle la píldora e incluso me dijo “mamá es que me intentaron poner en contra tuya haciéndome darles la razón”… algo bueno he sacado de esto, aunque su media académica esté lesionada este curso escolar: ha sacado la rabia desde lo más hondo de su alma y me ha dicho que no van a tener ni un motivo para llamarle la atención y que sus notas van a ser mejores que nunca. Yo no tengo otra que apoyarle, alentarle y poner de mi parte para que cuando termine dentro de dos años y hagan su orla, agachen cabeza y reconozcan lo que hoy no han querido hacer. Se los dije en la despedida y así lo siento, son unos soberbios que en el fondo saben que su padre y yo llevamos razón y que es una injusticia castigar así a un niño, pero jamás darán su brazo a torcer porque para ellos “un notable alto, es una nota excelente”. Insisto, para nosotros que conocemos a nuestro hijo, sabemos que no es suficiente. Celebramos sus otros cuatro sobresalientes, sus tres notables y sus tres bien, pero yo no dejaré de irme a la cama sabiendo que han hecho daño a mi hijo por orgullo, por querer ser como me dijo un amigo lo que en el fondo todos somos: un poquito déspota.

Solo me queda gritar bien alto, tras hacer uso del derecho de la pataleta, “Marea Verde”

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