martes, 15 de septiembre de 2015

Antes que...


El adiós siempre llega antes que las despedidas, es sigiloso, pero no silencioso, neutral, pero no unánime… se siente en todos los poros de la piel… tenemos un sexto sentido que nos avisa, nos aniquila, porque paraliza cualquier posible reacción. Nos paramos en la estación de la duda, y ahí soltamos la mochila esperando que llegue el tren, ese tren preciso al que subir. Te subes y miras por la ventanilla como pasa tu vida, como se nubla la vista, las lágrimas no te permiten ver bien… o es otra historia la que corre por el andén, pidiendo piedad, soltando lágrimas de cocodrilo. O bien al contrario, eres tú la que corre y llora, aunque ni te muevas, aunque no sueltes una lágrima, aunque los ojos bien abiertos y fijos ni siquiera te dejen ver lo que te olías.


El adiós siempre llega antes que las despedidas, es traidor, mortífero, desolador, te deja con el alma a dos manos, desnuda… te petrifica pero… llevas tiempo congelando latidos, intentos infructuosos por parar la trayectoria incuestionable de la vida.

El adiós siempre llega antes que las despedidas, da miedo, pero sabemos en el fondo que iba a llegar y vuelven las mariposas al estómago, esta vez por temor… temor al vacío, ese pánico que de entrada te paraliza… temor a una nueva página en blanco que tener que emborronar de tinta.

4 comentarios:

  1. ... adios, es un antes de,
    un después de,
    es cerrar esa puerta
    abierta, franca,
    traspasada una
    y otra vez
    luego de lo cual
    la despedida
    solo es una palabra
    vacía ...

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    1. Gracias Jorge Alfredo. ..tienes razón
      Un saludo gracias por tu poema

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