sábado, 5 de noviembre de 2016

De cero

Dejaste que la rabia se apoderara de ti, que la ira se acumulara creando tu propia celda a perpetuidad.
No podías permitir que ella fuera feliz, cada vez que subía un peldaño, tú tratabas de hacerla caer.


No entendías por qué se marchó lejos, lo importante no era ella, sino tus necesidades. La impotencia de ver que se escapaba de tu vida, que tomaba las riendas, incendió esa furia que tenías pegada a las paredes del estómago. La bilis se te subió a la cabeza y como energúmeno fuiste a por ella. Pero ya no puedes machacarla, ya no puedes gritar que es tuya. Ella aprendió que el amor no duele. Aprendió a rehacerse cada día. Hoy tú eres un harapo que no tiene nada que pedirle. Te dejó vivienda, coche, recuerdos... sólo se llevó lo puesto, no recogió ni sus fotos, ni sus efectos personales, aprendió que vivir, era partir de cero.

Creíste que tu nave era férrea y quisiste navegar por otros mares, pero, ya era demasiado tarde, la proa del barco se hizo añicos contra las enormes rocas... sin remedio te irás a pique y ella, ella hace tiempo que contra viento y marea, flota.©

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