lunes, 26 de junio de 2017

Aquel verano del bachiller

Quizás no lo entendí muy bien… aquel verano era mi verano, o eso había decidido. Terminé bachiller en junio, con relativas buenas notas, mi media de notable me parecía entonces suficiente, aunque con los años me volví exigente. Me propuse leer un libro diario para contradecir al psicólogo que nos hizo un test en el Instituto para recomendarnos nuestro itinerario formativo. Me dijo que leía demasiado, que no era bueno a mi edad… Entonces me reí y hoy siento impotencia por no poder leer más de lo que quiero. “Nunca es demasiado”, me dije. Me rodee de Machado, Kafka, Unamuno, Cortázar, Borges, Sabato y hasta de Ágata Christie… puede que algunos más. Además iba a la biblioteca, cuando estaba en El Obelisco, a ayudar a Fernando con el latín, no se le daba bien y yo lo apreciaba de verdad. Fernando aprobó la asignatura que poco le sirvió cuando al verano siguiente, recién estrenado su carnet de conducir, dejó la vida en la autopista hacia el sur. Pero esa es otra historia. Mi historia se remonta a aquel verano de días de playa y lectura en soledad.
Óscar Domínguez, Aparición sobre el mar con la niña gorrión

Uno de esos días andaba medio distraída y mirando al mar ensimismada y aislada del ruido, las risas, los gritos… me pareció ver algo que surgía detrás de ´La Galleta`, una especie de nariz gigante. Quizás la lectura de Kafka, o de Sabato, y su relación con Bretón y Domínguez, exponentes de la pintura surrealista, influyó en aquella mastodóntica visión de nariz pegada a una estructura metálica que parecía zarandear toda la playa. Me mareé, giraba sobre sí misma y se desataba de hilos plateados, la rodeaban peces metálicos y hasta me pareció ver una mano salir entre tanto metal. Hube de abrir varias veces los ojos para cerciorarme que era una visión, que no era real aquello que salía de mi orilla. Y claro que era una visión, tonta de mí… era una pareja que salía de hacer submarinismo. Me eché a reír y por un momento le di la razón al psicólogo aquel, tal vez leía demasiado, tal vez debía plantearme estudiar FP como me recomendó a pesar de decirme que podría estudiar la carrera que quisiera… naaaa… me quité la idea enseguida. Esa imagen quizás era mi propia imaginación liberándose de la carga que suponía entrar en una nueva etapa de mi vida, un nuevo centro, nuevas amistades… ' Aparición sobre el mar y la niña gorrión'. ¡Ay la que cayó después!, eso sí, eso sí que era para escribir una novela surrealista al mejor estilo de las obras Óscar Domínguez, quien según afirman en algunas de sus biografías “fue internado en un sanatorio psiquiátrico en tres ocasiones, por causa de la bebida”.

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