lunes, 8 de agosto de 2016

Gritó

Le gritó y gritó más fuerte, pero ya no le oía... el eco regresaba. La voz desconocida temblaba al contacto con el aire... el sonido de su silencio dejaba en la mente surcos como los que deja la espuma salada del mar en las orillas de las playas.

Reverberaban las luces de la avenida formando estrellas en el agua, esas luces que iluminan de esperanza los rincones oscuros del alma.

Le llamó a gritos desde dentro, le rompió a besos el pericardio para llegar a su corazón, pero no era suficiente pensarlo, su mente no era lo suficientemente fuerte para hacer que regresara.
Nunca fue suficiente el deseo, nunca lo fue... porque en el amor se deben construir dos caminos, por si acaso: el de ida y el del adiós.

Foto cedida por Jordi Navarro, Barcelona. Derechos reservados.

No aprendió a despedirse, no quiso decir adiós, pero el rugido bravío del océano le recordó lo efímera que es la vida... como muta el paisaje a su paso, como erosiona formando la arena, esos granos, que el tiempo arrincona como los recuerdos de amor.©

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